Morelia, Michoacán, 5 de octubre de 2024.- Los árboles son una gran fuente de información y generan beneficios al ser humano; por ejemplo: dan oxígeno, ayudan a regular la temperatura de la tierra, contribuyen a la captación de agua y conservación de la biodiversidad, pero hay una función que pocos conocen de ellos, ya que son fuentes de información de fenómenos naturales que han causado desastres hace siglos, por lo tanto, el análisis de la señal guardada en sus anillos de crecimiento es de gran utilidad para comprender desastres naturales y generar medidas de prevención ante deslaves, sequías y erupciones volcánicas.
De acuerdo con el doctor Teodoro Carlón Allende, académico del Instituto de Geofísica, Unidad Michoacán (IGUM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Campus Morelia, es mediante la ciencia de la Dendrocronología, la cual se enfoca en el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles, como es posible conocer y evaluar los impactos de los fenómenos naturales al medio ambiente y la sociedad.
Y es que, por increíble que parezca, los anillos de crecimiento de los árboles “proporcionan información” del tiempo que duró una sequía o si hubo alguna inundación y el efecto que tuvo en las localidades, o cuando ocurrió un deslave y que área afectó. Asimismo, permiten conocer el impacto de una erupción volcánica, como fue el caso del volcán Paricutín, el cual ocasionó que la vegetación muriera “asfixiada” a 5 kilómetros de distancia del volcán, debido a la caída de cenizas.
Otro ejemplo, cuando hay una gran lluvia se inician procesos como el deslave del cerro, este deslave causa eventos de golpes en los árboles que se encuentran en las orillas de los deslaves y, a su vez, estos golpes generan una respuesta en los anillos de crecimiento como “cicatrización”, por lo que el crecimiento no será normal debido a los daños que se generan en los ductos de resina, mejor conocidos como ‘ductos de resina traumáticos’. En otras palabras, el árbol genera la cicatriz para sanar el daño que sufrió, por lo que comienza a cubrir el golpe.
Por tanto, identificar y fechar el anillo de crecimiento permite saber en qué años han ocurrido deslizamientos de tierra (deslaves) y cuál fue el área afectada. Ello permite advertir si hay peligro por riesgo de deslave en determinada área, para advertir a quienes pretendan asentarse ahí, según explicó el doctor Teodoro Carlón, quien también es integrante del grupo de Peligros y Riesgos por Fenómenos Naturales del Instituto donde labora (IGUM).
El especialista también indicó que actualmente, en el Instituto de Geofísica, Unidad Michoacán, realizan investigaciones sobre el impacto de los volcanes del centro de México al medio ambiente y a la sociedad, esto mediante la señal que registran los anillos de crecimiento de los árboles producto de las erupciones volcánicas (Dendrovulcanología).
Otro proyecto en el cual está colaborando es el desarrollado en conjunto con otra investigadora del IGUM, en la zona de la Central geotermoeléctrica Los Azufres, que se encuentra entre los municipios de Zinapécuaro y Maravatío en el oriente de Michoacán. En este proyecto se busca identificar la señal de la concentración del CO2, Azufre y Fosfatos en los anillos de crecimiento de los árboles (Dendroqiuímica) que se encuentran en las inmediaciones de la geotermoeléctrica.
El especialista del grupo de Peligros y Riesgos por Fenómenos Naturales del Instituto de Geofísica de la UNAM (IGUM) en Michoacán, indicó que el estudio de los anillos de crecimiento de árboles también aporta a la investigación de fechas con importancia arqueológica (Dendroarqueología), como es el caso de los teparis (canoas) encontrados en el Lago de Pátzcuaro, donde el análisis de la madera de estas canoas ayudará a determinar su “edad” y con ello preservar este hallazgo cultural.