Ciudad de México, 19 de junio del 2024.- Es inapelable que Morena y el Movimiento de la Cuarta Transformación obtuvieron un triunfo histórico en las elecciones del pasado 1 de junio. Mas de 35 millones de votos que permiten mantener la Presidencia de la República y garantizar la mayoría calificada, es decir, las dos terceras partes en la Cámara de Diputados y en el Senado de la Republica. Tras esta contundente victoria en las urnas es importante preguntarse: ¿Cuáles son las lecciones políticas que dejó el proceso electoral?
La primera es que el programa de gobierno basado en una propuesta del bienestar del pueblo que rechace las políticas neoliberales mantiene una gran aprobación social. La mayoría del pueblo aprueba el fortalecimiento, la renacionalización o recuperación de empresas estratégicas para el país como PEMEX, CFE y Mexicana de Aviación. También se demostró que la esencia del obradorismo, es el combate al neoliberalismo y su política privatizadora, anti laboral, que fue dejándonos sin derechos, la cual, fue rechazada en las urnas por millones de mexicanos que durante cuatro décadas sufrieron por los bajos salarios, los recortes al sistema de salud y la educación, etc.
Se evidenció así que los sectores populares están de acuerdo con las políticas de redistribución de la riqueza por medio de los programas sociales, el pago de impuestos de las élites económicas y el incremento del salario mínimo. De esta forma, los votantes rechazaron el discurso y la propuesta construida por los gobiernos del PAN y del PRI, el cual giraba en torno a justificar los privilegios de la alta burocracia política y los oligarcas.
Segundo, se mostró claramente que es mentira que el país esté dividido políticamente, tal como lo repitieron los voceros de las fuerzas neoliberales y conservadoras. Claudia Sheinbaum ganó en 31 de las 32 entidades federativas, y si bien es cierto que el voto de los centros urbanos es más heterogéneo, esto no desmiente que en el país, los votantes, mantengan una gran simpatía ideológica con el obradorismo y apelen por su continuidad. De esta forma, el movimiento de la 4T demuestra que sí representa un proyecto de unidad nacional entorno a principios de carácter netamente social, como priorizar a los pobres del campo y la ciudad, el combate a la corrupción o la recuperación de la soberanía energética y la decencia política.
Tercero, la aplastante derrota visibilizó, por enésima ocasión, el carácter reaccionario, clasista, elitista, racista y discriminador de las fuerzas de derecha del país. Ante su frustración por la segunda derrota ante una fuerza popular, no solo se presentaron como realmente son, también, mostraron lo que aspiran y extrañan: un país donde sus privilegios y acumulación de sus fortunas privadas se impongan, bajo el cobijo del poder político, por encima de las necesidades de las mayorías o incluso por encima de las leyes.
Cuarto. Sin embargo, no todo es éxito y festejo, sobre todo en Michoacán. En un esfuerzo de autocrítica, necesaria para seguir avanzando, es evidente que se obtuvieron pequeñas pero importantes derrotas. No se logró recuperar el gobierno de la capital del estado, se perdió Uruapan y Zamora y esto porque no se escuchó a las bases del movimiento.
Se impusieron candidatos ajenos a los sentires del morenísmo y se excluyeron a militantes de la posibilidad de acceder a las candidaturas, esto impactó de forma negativa en la votación. Por lo cual, es necesario escuchar a la militancia de base y mantener una política que permita la participación de distintas fuerzas que conforman el movimiento.
Finalmente, el pueblo ratificó la confianza a MORENA y a la 4T, porque esperan que el proceso de transformación se profundice, y en la medida que estas expectativas se mantengan, nuestro movimiento podrá mantener la hegemonía política en las urnas y con ello, la posibilidad de no dejar inconclusas las aspiraciones de millones que luchan y desean un país más justo y verdaderamente democrático.