Culiacán, Sin., a 9 de octubre de 2024.- Este 9 de octubre se cumple un mes desde el inicio de una escalada de violencia en Sinaloa, desatada por la lucha interna entre facciones del Cártel de Sinaloa, lo que ha dejado un saldo devastador de 159 personas asesinadas y al menos 171 desapariciones forzadas, también conocidas como "levantones".
Aunque las cifras ya son alarmantes, las autoridades y organizaciones civiles advierten que podrían ser mucho mayores, ya que muchas familias no denuncian los crímenes por miedo a represalias por parte del crimen organizado.
La violencia se ha concentrado en varios municipios, entre ellos Navolato, Elota, Culiacán, Cosalá, Concordia y Mazatlán, donde los enfrentamientos armados, bloqueos de carreteras y acciones intimidatorias han vuelto a la población presa del temor. Uno de los delitos que ha tenido un notable aumento es el robo de vehículos, con 269 casos registrados desde el inicio de esta ola de violencia el pasado 9 de septiembre.
El impacto económico de esta situación es también preocupante. Según datos de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), las pérdidas diarias en el estado se estiman en 567 millones de pesos, debido a la interrupción de actividades comerciales, el cierre de negocios y el freno en las inversiones ante el clima de inseguridad.
A pesar de los esfuerzos por parte de las autoridades estatales y federales, que han intensificado los operativos de seguridad en las zonas más afectadas, la violencia sigue siendo una constante en el día a día de los habitantes de Sinaloa, quienes viven bajo la sombra de un conflicto en el que el crimen organizado sigue imponiendo su ley.
El Cártel de Sinaloa, durante décadas una de las organizaciones criminales más poderosas de México, ha vivido en los últimos años una profunda fragmentación. La detención y posterior extradición a Estados Unidos de Joaquín "El Chapo" Guzmán en 2017 debilitó la estructura jerárquica del cártel, generando tensiones internas.
Tras su caída, dos grandes facciones surgieron para disputarse el control: una liderada por los hijos de Guzmán, conocidos como "Los Chapitos", y otra comandada por Ismael "El Mayo" Zambada, quien ha sido un pilar del cártel desde hace décadas y cuya entrega a las autoridades estadounidenses a manos de su propio ahijado, Joaquín Guzmán López, hijo del Chapo, derivó en la actual ola de violencia.
